En nuestra vida diaria los occidentales usamos cosméticos y productos de higiene personal y de limpieza con los que convivimos de forma casi natural sin casi enterarnos ni que los utilizamos, a pesar de que estos usan ingredientes derivados del petróleo y productos químicos sintéticos con colorantes, conservantes, ftalatos, siliconas, perfumes, filtros solares químicos, parabenos, sulfato de sodio, formaldehído, óxido de etileno, triclosán, sulfatos...sin ser conscientes del daño que causan en nuestra piel, mucosas, sistema respiratorio, endocrino, cardiovascular, sanguíneo, hígado, conductos biliares, sistema inmunitario, reproductivo...
En cuanto a los cosméticos, un sencillo cambio de hábito, a través del uso de productos orgánicos (aceites esenciales, cremas, extractos de frutas y flores...) tendrá efectos positivos inmediatos en nuestro organismo, o cuando menos, no nocivos.
Se conoce como productos orgánicos aquellos q se han cultivado sin pesticidas, fertilizantes químicos o hibridaciones en su genética, es decir, que se ha controlado el proceso completo natural desde su producción hasta el momento de su uso.
La limpieza de nuestro hogar o centro de trabajo no tiene tampoco por qué afectar a nuestra salud, siempre y cuando se usen los productos adecuados.
Oler a limpio no es estar limpio, son dos cosas diametralmente opuestas e impuestas por la publicidad engañosa. Hay ciertas fragancias que confunden nuestra mente: fragancia a pino, a limón, a eucalipto...
En nuestras casas y lugares de trabajo hay multitud de sustancias tóxicas debidas a los productos de limpieza. Muchos de estos contaminantes terminan en nuestro organismo gracias al contacto a través de la dermis o mediante la respiración.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos mantiene que en los espacios cerrados la concentración de compuestos químicos es el doble que en el exterior produciéndose en los mismos un efecto cóctel al mezclarse allí diferentes compuestos químicos.
A mayores, muchos de estos compuestos son eliminados por los sumideros de los sanitarios y terminan contaminando el agua de los acuíferos.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos para combatir esta contaminación desenfrenada del medio ambiente que necesitamos para sobrevivir y para proteger nuestra salud?
- Primero, debemos usar productos con certificado ecológico. Hay algunas marcas en el mercado y, si no, siempre están el jabón natural, el vinagre, el bicarbonato o el limón, conocidos por sus propiedades bactericidas, abrasivos contra las manchas, anticales, neutralizadores de olores, antioxidantes, etc.
-En segundo lugar, hagamos ventilación natural para reducir los productos químicos volátiles en forma de gas o partículas en suspensión.
-También, podemos usar aparatos eléctricos purificadores de aire. Estos están desaconsejados para aquellas personas que padecen electrohipersensibilidad.
-Y a mayores, pero no menos eficaces, son las plantas purificadores del aire. Según el informe de la NASA de 1989 algunas de estas plantas son: el aloe vera, la cinta, el crisantemo, el espatifilo, el ficus, la hiedra, el poto, el tronco de Brasil, etc.
Acostumbrarse a una práctica de vida saludable no es tan difícil, es cuestión de concienciación, sin embargo, los efectos positivos inmediatos en nuestro organismo son evidentes.
María José Gómez Alvite