El ser humano está considerado la más inteligente de las criaturas que pueblan el planeta Tierra. Posee además un don que le coloca en una posición privilegiada respecto de los demás seres vivos: su capacidad para el lenguaje concretado en las diferentes lenguas del mundo. El lenguaje verbal cuenta con un tan amplio espectro funcional que permite desde la transmisión de conocimientos abstractos, la formulación de teorías, hasta un mensaje de lo más básico para la conservación de nuestra integridad como puede ser una advertencia de: “Cuidado“.
Cuando pensamos, cuando sentimos, empleamos el lenguaje y en las acciones más importantes de nuestra vida también lo usamos.
Nace una criatura, le ponemos un nombre (unas palabras), le inscribimos en el registro (más de lo mismo), le identificamos con una tarjeta en la hay un nombre y apellidos... Si queremos apuntarle en la guardería necesitamos escribir unos términos en un formulario…
En fin, el lenguaje es imprescindible en la sociedad humana actual. Desde que nace un niño lo socializamos en una lengua concreta o en más de una.
En fin, el lenguaje es imprescindible en la sociedad humana actual. Desde que nace un niño lo socializamos en una lengua concreta o en más de una.
Todos y todas utilizamos el lenguaje como medio de comunicación sea de una forma u otra. Incluso, los actuales medios digitales de comunicación de masas emplean el lenguaje.
El informe médico, la sentencia judicial, la prensa escrita, el contrato laboral, etc., todos ellos imprescindibles en nuestra vida diaria, utilizan el lenguaje.
Para pensar empleamos el lenguaje y nuestras creencias se asientan en el mismo, por ello es necesario un buen uso. A menudo, pronunciamos, escribimos unas palabras y ... nos quedamos tan anchos, sin darnos cuenta de la repercusión que tienen en nuestro interlocutor, capaces de causarle una depresión, un despido laboral o un gran abatimiento…
Todos los humanos, salvo causas de salud, tenemos la capacidad de la palabra, pero no todos los humanos hacemos un uso correcto y objetivo de la misma.
Pese a ello, a menudo, no somos conscientes del uso desviado o no objetivo que hacemos de los términos y las consecuencias que nuestra dicción puede tener en el interlocutor.
La persona que escribe padece una enfermedad crónica autoinmune y que se va agravando con el paso del tiempo. La persona que escribe ha tenido que trabajar desde los cuatro años, ha tenido que costearse sus estudios mientras trabajaba, se ha titulado universitariamente varias veces... todo ello demuestra la autoexigencia personal y disposición activa. Sin embargo, debido a un síndrome de sensibilización central que lleva consigo SQM, EHS, SFC y fibromialgia lleva varios años sin poder ejercer su profesión ni estar en su puesto de trabajo.
Pese a ello, a menudo, no somos conscientes del uso desviado o no objetivo que hacemos de los términos y las consecuencias que nuestra dicción puede tener en el interlocutor.
La persona que escribe padece una enfermedad crónica autoinmune y que se va agravando con el paso del tiempo. La persona que escribe ha tenido que trabajar desde los cuatro años, ha tenido que costearse sus estudios mientras trabajaba, se ha titulado universitariamente varias veces... todo ello demuestra la autoexigencia personal y disposición activa. Sin embargo, debido a un síndrome de sensibilización central que lleva consigo SQM, EHS, SFC y fibromialgia lleva varios años sin poder ejercer su profesión ni estar en su puesto de trabajo.
A lo largo de estos años además de luchar contra el deterioro de su maltrecha salud física, costeándose tratamientos alternativos al no ofrecerle ninguna alternativa la medicina científica convencional, ha tenido que hacer frente al ataque psicológico, unas veces de forma inconsciente por parte del interlocutor y otras,claramente intencionado, malévolo y mordaz a través de afirmaciones como:
“Pues no sé cómo estás de baja laboral yo con lo bien que te veo”
“Algunos que son rentistas como tú”
“Este año no te incorporarás a tu puesto de trabajo tampoco?”
Todos ellos son ejemplos de mensajes que nos repiten a diario a personas que estamos con una enfermedad cuyas perspectivas de curación o de mejora son nulas.
Personalmente he de decir que si ya día a día es una lucha continua por no hundirte, por no venirte abajo, por buscar algún entretenimiento en que evadir la mente y no pensar en la situación que ha tocado vivir (en mi caso concreto elimino ansiedad a través de escribir, rayar o mirar para las plantas, cuando puedo porque en muchas ocasiones no soy capaz ni de eso); estas frases, aparentemente sin mala fe, consiguen meter el dedo más en las llagas del sufrimiento y pensamientos recurrentes de:
Personalmente he de decir que si ya día a día es una lucha continua por no hundirte, por no venirte abajo, por buscar algún entretenimiento en que evadir la mente y no pensar en la situación que ha tocado vivir (en mi caso concreto elimino ansiedad a través de escribir, rayar o mirar para las plantas, cuando puedo porque en muchas ocasiones no soy capaz ni de eso); estas frases, aparentemente sin mala fe, consiguen meter el dedo más en las llagas del sufrimiento y pensamientos recurrentes de:
“¿Por qué a mí?”, “¿Por qué me toca vivir esto?”, “¿Es que no puedo tener una vida como los demás?”, “¿Quéestoy haciendo en esta vida?”, “¿Para qué vivir?”, “¿Por qué no sacarse de en medio?”, “Soy un estorbo para mi familia”…
Y así un largo etc., se acumulan y agolpan en nuestra mente.
Palabras, todas ellas palabras pero palabras que consiguen hundir el poco ánimo que nos queda, palabras que nos obligan a luchar el doble de fuerte contra el monstruo humano que es el desánimo y que lleva a la depresión.
En fin, quiero terminar este artículo diciendo que la palabra es uno de los dones más hermosos del ser humano, pero también es una herramienta violenta, malévola y capaz de causar un gran daño al otro. Como enferma y como filóloga pido un uso respetuoso y no hiriente de lenguaje en cada una de nuestras intervenciones. Porque a menudo, lo que nos parece que para nosotros mismos carece de importancia al otro puede causarle un grave daño.
La más bella de las herramientas humanas puede ayudar mucho incluso en los temas de salud y empleada con respeto, pero también puede hacer mucho daño a nuestro interlocutor, si eso es lo que queremos.
La más bella de las herramientas humanas puede ayudar mucho incluso en los temas de salud y empleada con respeto, pero también puede hacer mucho daño a nuestro interlocutor, si eso es lo que queremos.
Y nunca olvides que la situación en la que me ves no está vedada para ti aunque te parezca un imposible.
Usa las palabras con respeto pues tu interlocutor tiene sentimientos.
María José Gómez Alvite