AVOCADOS A LA PEOR DE LAS POBREZAS
Hoy les voy a presentar a tres de mis nuevos amigos. Ya me conocen por mis escritos de denuncia al sistema. No soy una antisistema, aunque no me desagrada esa palabra. Simplemente soy María José Gómez Alvite, María para los amigos o, simplemente, Alvite. No hace falta que les diga que padezco SQM, SFC, FM y EH. Ya está más que repetido, pero por si alguno nuevo en estos lares tenía dudas sobre mi identidad y razón de ser, ya tiene un punto de partida para entender lo que sigue.
Ahora me toca explicar el concepto de “nuevos amigos”: nuevos porque a estas personas me unió mi enfermedad. Ellos, al igual que yo, pasamos de ser personas integradas en el “maldito sistema” a ser personas con unas necesidades sociales, principalmente sanitarias, incapacitados para cualquier trabajo, dependientes, y lo peor, invisibilizados y vilipendiados.
A lo que íbamos, les presento a mis amigos, claro está que emplearé un seudónimo para que nadie pueda identificarlos:
Rosa, ella es una mujer que aún no ha llegado a los cincuenta, había hecho carrera en turismo y trabajado toda su vida desde los veinte y pocos años. Contrae una SQM, que poco a poco va manifestándose y haciendo más intensos sus síntomas y lo que la obliga a dejar de trabajar. Echa años para conseguir un diagnóstico y saber lo qué le pasa.
En este momento lo tiene. Con seguridad que no podrá reincorporarse nunca al mundo laboral y malvive con una ayuda social de cuatrocientos euros, pese a haber cotizado más de un cuarto de siglo. Dicho de paso, que la ayuda no le llega para sus tratamientos y ha tenido que ser acogida por su familia. ¿Este es el estado de bienestar en el que vivimos? Será para alguno que nunca ha dado palo al aire pero para mi amiga Rosa no.
Aurora roza los cincuenta, madre de dos hijos, también licenciada y, a mayores, preparada y formada en distintos idiomas. Hizo su carrera en el mundo de la administración pero cuando su enfermedad se agravó severamente se vio apartada de su trabajo. Ya sabemos que para la SQM no hay un baremo de valoración de cara a concedernos una incapacidad laboral por la vía administrativa. Mi amiga Aurora está luchando con los tribunales, con un dinero prestado, y malviviendo con una ayuda de rescate social que no le da ni para sus medicamentos.
En los últimos tiempos se ha venido abajo porque a la pérdida de la salud se ha sumado la ausencia de apoyos sociales. La gente no es capaz de entender y empatizar con nuestra enfermedad, confundiéndola a menudo con un desarreglo psicológico.
Aurora ha contribuido a las arcas de la Seguridad Social casi tres décadas, en la actualidad la han tachado de vaga, rentista y simuladora.
Por último, les presento a mi amigo Manuel. Ayer me decía que no podía entender por qué la vida le había tratado tan mal. También con una profesión liberal y con cincuenta y tantos años. Se ha visto obligado a abandonar todo lo que tenía en la ciudad porque literalmente se moría. Entre lo que tuvo que dejar quedó su trabajo de autónomo. Dada la gravedad de su enfermedad no ha podido reincorporarse al mundo laboral en su nuevo destino. De momento, sin una ayuda y sin ningún apoyo, estos días lanzaba un grito de socorro entre los conocidos.
Contribuyó más de treinta años a sanear los presupuestos de la Seguridad Social. Y ahora se encuentra en un estado paupérrimo y a punto de tirar la toalla, definitivamente, sin vuelta atrás.
Bien, ya conocen a tres de mis nuevos amigos. Tres personas luchadoras, que se han esforzado por hacer sus carreras en la vida, no hablo de carreras universitarias, aunque en los casos que nos tocan hoy, también. Tres personas normales, trabajadoras, cumplidoras, de profesiones liberales, tal vez como usted que me está leyendo, y que sin previo aviso han tenido la mala suerte de contraer una enfermedad, la SQM o la EHS, que en España no tiene un baremo de incapacitación. Y dirán ustedes. ¿Por qué? Muy fácil, se lo explico para que puedan entenderlo hasta los niños.
La SQM y la EHS son dos enfermedades ambientales, producidas por la exposición a tóxicos (sean químicos o electromagnéticos) y estos tóxicos son principalmente producidos por las industrias.
Ya saben ustedes, no necesito explicárselo, que el poder planetario está en manos de la industria tecnológica, petroquímica y alimentaria.
Es así como se manipulan informes, supuestamente de investigación, como se censuran noticias, como la OMS mira hacia otro lado…
Para que lo entiendan ustedes, mis amigos enfermos, han llegado al grado de pobres mientras que las grandes empresas que están destrozando el planeta y, con ello la salud de todos los seres vivos, no solo la de los humanos; se reembolsan millones y billones al año.
Pero no se alarme nadie, nosotros somos los primeros, detrás vendrán otros que serán igual de invisibles e invisibilizados que nosotros y mientras el capitalismo seguirá llevándose vidas, dignidades y al mismo planeta. ¿A quién le importa? Ande yo caliente, ríase la gente.