“ME ESTOY MURIENDO DOCTORA”
Fui una niña enferma, desde los cuatro años que tengo memoria. Ninguna comida me sentaba bien, vomitaba, tenía continuas diarreas, me dolía mucho la cabeza, estaba tremendamente cansada, erupciones cutáneas, hinchazones injustificadas… Mas no por ello me llevaron a un médico. Yo pensaba que eso era una salud normal.
A los 25 años toda esa sintomatología se agravó, dejé de tolerar un simple champú o una crema hidratante. Por supuesto que no podía usar ninguna fragancia. Pero aún así, seguía sin saber lo qué me pasaba.
Las cefaleas se hicieron crónicas y con ellas el dolor en todo mi cuerpo y mi cansancio se convirtió en extenuante.
Me molestaba el ruido, la luz, la televisión, la radio… En fin, solo estaba para permanecer en la cama o en el sofá vegetando. Y no piensen que era un desecho social. Intentaba leer, estudiar, así hice varias carreras universitarias e incluso un doctorado estudiando acostada porque no era dueña de mi cuerpo. Pero llegó un momento en que ya no sabía ni lo que leía y a los 5 minutos de comenzar una lectura me quedaba profundamente dormida.
Empezó mi peregrinaje de consulta en consulta buscando una justificación a aquellos síntomas para poder explicarme lo qué me pasaba.
A los 38 años obtuve mi primer diagnóstico: Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Reconozco que, pese a ser una persona académicamente formada, jamás había escuchado hablar de tal enfermedad. El diagnóstico fue realizado por un neurólogo de la seguridad social pública española.
A partir de ahí, dicho diagnóstico fue validado en diferentes especialidades y yo empecé a informarme y a querer conocer exhaustivamente qué era una SQM y en qué consistía: una enfermedad orgánico-tóxica, que se producía tras una única exposición a un agente tóxico (desencadenante) o después de muchas exposiciones. Aprendí que no era una alergia, me costó lo mío, y que las reexposiciones no causaban tolerancia sino agravamiento. Aprendí que pese a haber millones de personas afectadas en todo el mundo, como esta enfermedad no les genera beneficios a las macroindustrias internacionales de farmacopea, alimentaria, petroquímica y tecnológicas, muy pocos investigadores se interesaban por su estudio. Es más, profundizando en la cuestión, aprendería que se subvencionan aquellos estudios que afirman que esta enfermedad no existe o que es psicológica o psiquiátrica. Se trataba y trata de crear un estado de opinión en torno a la SQM tergiversando la realidad y las verdaderas causas que generan la misma.
Recuerdo cómo se me cayó el alma a los pies el día que conocí a una médico recién salida de una prestigiosa universidad española, cuya madre era íntima amiga mía, y me dijo: “Lamento decirte que la SQM no existe. Así nos lo enseñan en la facultad”.
Esta afirmación me dolió enormemente, no por lo que ella significaba pues no me aportaba nada nuevo, ya se lo había escuchado a algunos médicos más, aunque no a todos, claro está. No todos comulgan con ruedas de molino. Me dolió por la capacidad acrítica de una persona recién licenciada.
La universidad sirve para abrir la mente, para aprender a investigar, para abrirse a diferentes hipótesis y estudios, aunque luego se concluya lo errado de las mismas.
Me dolió el adoctrinamiento, la defensa de un estado de opinión dado por los agentes interesados en promocionar el mismo. Me dolió la falta de capacidad de discernimiento, la falta de empatía, la falta de objetividad y la falta de un criterio crítico.
Esta mañana he recibido una llamada informándome de la situación de gravedad extrema que sufre una compañera de SQM y reviví la conversación con la recién licenciada. Mi compañera en una fase muy avanzada de la enfermedad, no contó ni con el apoyo de su propia familia, en la que hay médicos, pues estos, adoctrinados en la falacia de algunos estudios interesados pagados o financiados por las grandes industrias no habían creído a su propia hija.
En un estado de opinión generalizado e interesado por miles de millones detrás, no habían sido capaces de discernir que la historia se cuenta por boca del poderoso que es el que ofrece su versión. Pero en toda batalla están los vencedores y los vencidos y que la verdad oficial no es la verdad real.
Dedicado a una compañera gravemente afectada por una SQM, que ha tenido que llegar a las puertas de la muerte para que su familia se diera cuenta que la SQM no es una enfermedad psiquiátrica.
Vaya el título “Me estoy muriendo doctora” en homenaje a su grito de ayuda y desesperación que pronunció ante la presidenta de la asociación SQM-EHS Galicia, la también doctora María Argentina Rey.
Mª José Gómez Alvite
Licenciada y doctora
Secretaria de SQM-EHS Galicia