VENTAJAS E INCONVENIENTES DE QUE EL PACIENTE TENGA UN DIAGNÓSTICO DE SQM (Sensibilidad Química Múltiple)
VENTAJAS E INCONVENIENTES DE QUE EL PACIENTE TENGA UN DIAGNÓSTICO DE SQM (Sensibilidad Química Múltiple)
(El doctor X es un reputado especialista que ejerce su profesión en la sanidad pública española y en un centro privado. Hace unos cuantos años que tengo una relación más o menos directa con el mencionado doctor. El ha hecho varios diagnósticos de Sensibilidad Química Múltiple, tanto en el ámbito de la medicina privada como en la pública.
El doctor X me confesaba que se negaba a hacer un nuevo diagnóstico de SQM, porque al efectuarlo condenaba al enfermo a vivir en una burbuja el resto de su vida.
Yo, María José Gómez Alvite, le di humildemente mi punto de vista como enferma y, [por supuesto, que discrepaba del suyo], también como representante y conocedora de un colectivo de enfermos con SQM.
Es por ello que voy a traer aquí las conclusiones de aquella conversación):
El inconveniente ya lo acabo de referir: el riesgo de que el paciente se extralimite a vivir en una burbuja perdiéndose así de vivir su vida.
Las ventajas
1. Tener un diagnóstico permite al paciente saber a qué enfermedad se enfrenta. A través de la información y el análisis de las reacciones de su organismo podrá adaptar su día a día para poder seguir disfrutando por más tiempo de sus rutinas. Por ejemplo, podrá evitar en su propia casa los dispositivos de aromatización de ambientes, podrá cambiar los productos de higiene y de limpieza por otros libres de químicos. Sabemos que en el siglo XXI no es posible el no contacto con químicos, pues la polución está en todas partes, en el aire, en el agua, etc. Pero estas sencillas prácticas le permitirán mantenerse por más tiempo en un grado de afectación aceptable.
2. Si desconocemos lo que nos está haciendo daño no lo podremos evitar. Si no lo evitamos, se produce un agravamiento y no una tolerancia, como se ha demostrado reiteradamente en los casos en que los enfermos son obligados a reexponerse (esta es una de las grandes diferencias entre la SQM y las alergias).
3. Un importante número de casos de SQM se originan en el entorno laboral. Si se diagnostica al paciente precozmente las posibilidades de reinsertarlo en el mercado laboral con un puesto de trabajo adaptado son infinitamente mayores que cuando el paciente ya se encuentra en un grado III o IV, en cuyo caso la incapacitación ya es muy severa y la posibilidad de trabajar nula.
4. Tener un diagnóstico le permitirá formarse e informarse. Y así podrá justificar muchos de sus síntomas y colaborar en su mejoría. Pongamos por caso que un paciente comprueba que siempre que come pan le sienta mal y comienza a privarse del gluten y al tomar sustitutos de pan sin gluten sigue igual de mal. Si tuviese la información de que lo que le está haciendo daño son los pesticidas, herbicidas, y procesos genéticos a los que se sometió ese producto, realmente podría mejorar o incluso erradicar sus síntomas consiguiendo así normalizar su vida. Nos referimos, claro está, a los momentos incipientes de la enfermedad cuando aún la incapacitación no es severa.
5. Respecto al ocio, el tener un diagnóstico también repercute en calidad de vida del paciente. Volvemos a otro ejemplo, si el paciente conoce las causas de lo que le acontece puede poner remedio y adaptar su ocio. Pongamos por caso un joven que cada vez que sale y toma una bebida refrescante o alcohol desarrolla unos síntomas muy pronunciados. Optará por dejar de salir porque siempre se pone mal. El conocimiento de que todo aquello que lleve conservantes o alcohol es devastador para él, le permitirá poder disfrutar un ocio adaptado a sus circunstancias y con ello mejorar su bienestar psicológico.
6. El identificar lo que le está pasando contribuye a tranquilizar al enfermo, saber que existe una razón reconforta. Es desesperante tener síntomas reiterativos, cada vez más frecuentes y más reforzados y no poder atribuirlos a nada.
7. El ser humano no vive aislado, sino que vive en sociedad. Las sociedades en que habitamos son complejas. En ellas todo ha de tener una justificación racional. Si el médico niega al enfermo un diagnóstico, cómo puede la familia, la gente que rodea al enfermo o la misma empresa creer el sufrimiento de la persona cuando este no está avalado por un profesional entendido en la materia.
8. El no tener diagnóstico redunda en la desesperación. Al enfermo que no puede justificar su dolencia se le retira el apoyo y, a menudo, es considerado un farsante, o en el mejor de los casos, un enfermo psicológico. ¿Por qué no se habla del número de enfermos con SQM que han sido erróneamente diagnosticados como enfermos psicológicos o psiquiátricos y que el mantenimiento de un tratamiento en este sentido ha supuesto un agravamiento irreversible en su SQM? ¿Qué ha pasado con los enfermos de SQM que han sometido a electroshock?
9. Un enfermo bien diagnosticado podrá ser más autónomo, pues sabiendo qué debe evitar, él mismo eligirá un estilo de vida acorde a su bienestar, adaptará sus actividades de ocio, su actividad diaria, sus rutinas. Por ejemplo, el enfermo puede hacer su compra en pequeñas tiendas en las que sabe que no hay concentración de químicos como puede suceder en un gran centro comercial; puede ir a un concierto al aire libre en el que pueda mantener una distancia prudencial de otras personas.
10. Igualmente, cuando el paciente está en un grado II o superior ¿cómo se justifica que le emitan una baja laboral temporal si no tiene un diagnóstico de su padecimiento?, Y cuando llega a un grado III y la incapacidad laboral permanente es evidente ¿cómo se puede justificar esta ante el INSS o ante un tribunal de justicia?
La posibilidad de una vida actual sin químicos no existe ni en el lugar más remoto del planeta, dada la contaminación a la que lo hemos sometido. Pero desde la evitación a través de la ingesta, a través de la vía cutánea y a través de la inhalación se puede conseguir que el paciente conserve una calidad de vida por más tiempo y con ello también alargar su posibilidad laboral. No se trata de evitar lo que no nos hace daño, si no de evitar aquello a lo que nuestro organismo reacciona.
Consideramos que la justificación de no hacer diagnóstico para no condenar al paciente a vivir en una burbuja se desmorona por sí sola. Pues son muchos los daños causados con esta óptica y muy limitados los beneficios, tanto para el paciente, como para la sociedad en general y muy especialmente, para el mundo laboral.
Tristemente, y mal y que pese, los médicos sí son responsables de lo que terceras personas interpretan de su diagnóstico o ausencia del mismo. Por eso, un diagnóstico debe de ser fidedigno y fiel a la realidad. Apelamos a la ética en la profesión de la medicina.